domingo, 31 de mayo de 2015

Dame un minuto.

¿Qué es el miedo? 

El miedo es como la familia. Todos tenemos una, pero por mucho que se parezcan todas son diferentes y personales, como los miedos. Hay miedos tan simples como a volar, a dejarse llevar, a cantar, a bailar... a desnudarse ante un extraño. Hay miedos hechos de inseguridades, miedo a quedarnos atrás, a no ser lo que soñamos, a equivocarnos de verbo, miedo a no dar la talla. Pero, sobre todo, miedo a que nadie entienda lo que queremos ser.

Hay miedos que nuestra propia conciencia lleva a cabo, como el miedo a que no nos aceptemos, miedo a no conocer lo que queremos sentir, miedo a lo desconocido. Pero, sobre todo, el miedo a la muerte, a que alguien a quien queremos desaparezca de nuestra vida. Y, es que, todo el mundo vive con este miedo. Con un miedo que se quedará lleno de historias increíbles y que serán compartidas en un lugar de encuentro. Historias que aunque hayan sido escritas por los muertos, seguirán siendo contadas por los vivos.

Hay miedos que nos harán enfrentarnos a dilemas. Miedos que dejaremos que pasen de largo por nuestra vida. Miedos que intentaremos cambiar para poder vivir lo que queremos. Miedos que dependerán de nosotros y otros que no. Habrá de esos que con un abrir y cerrar de ojos te harán cambiar la perspectiva de tu vida...

Una vez, en una película, escuché que "la fragilidad del cristal no indica debilidad sino calidad". Y, entonces, me di cuenta de que la superación de todos esos miedos sólo te hace ser más fuerte, que la ausencia de miedo sólo se puede resumir en felicidad. Que librarse de él es como quitarse la ropa delante de alguien, como cantar en medio de la calle o bailar en un centro comercial, al principio cuesta pero cuando empiezas lo único que tienes que hacer es seguir, sin dudarlo. Y, en ese momento, te das cuenta de que el miedo ya no te pertenece, que la felicidad te ha invadido y que la muerte solo es la excusa que pone la vida para que otros puedan contar tu historia.

Así que, dame un minuto y exhalaré todos mis miedos. 
Alexandra Cabello.
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martes, 5 de mayo de 2015

Cinco.

No dejes de pronunciar su nombre si es lo que quieres. No dejes que nadie te lo impida. No dejes que nadie te controle, que te haga pensar si vale la pena. Grita alto, grita muy alto. Hazle un pulso al miedo, da igual si pierdes, inténtalo. No te lamentes por lo que pasó ni por lo que no llegó a pasar. No te preguntes más un "¿por qué?". Todos nos pasamos el día pensando en el pasado o en qué será del futuro. ¿Y el presente? Deja de comerte la cabeza y sé feliz. O, por lo menos, encuentra una razón para estarlo; yo, ya la encontré.
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