miércoles, 18 de marzo de 2015

Fuimos el amor equivocado, en el momento perfecto.

¿Qué hubiese pasado si en el 2012 se hubiese acabado el mundo tal y como predijeron los mayas? ¿Cómo hubiese sucedido? Realmente, no lo sé. Ni si quiera me hago una idea de como hubiese sido ese "fin del mundo". Sólo sé lo que he vivido durante estos tres años. Sólo sé lo que he aprendido, las decisiones que he tomado, cuantas veces me he levantado después de una caída, pero, sobre todo, sé todo lo que he sentido. Y, ¿quién dice que el "fin del mundo" no llegó cuando los mayas predijeron? Claro que llegó. El mundo, de una manera u otra, cambió de partida.

Al fin y al cabo, la vida es un juego en el que tan solo te conceden una única oportunidad. Es un juego donde no juegas solo. Y es posible que haya veces que prefieras ser ese cobarde que se esconde detrás de su obstáculo, pero eso no es lo que quiere la vida. La vida quiere que caminemos, corramos y nos caigamos. Que derrapemos curvas y saquemos la lengua en las cuestas. Busca que nos sea imposible mirar atrás para intentar retroceder. Después de todo, eso lo que te llevas contigo cuando todo acaba, TU VIDA, tu game over.

Hoy he aprendido que no hay que temerle a las curvas. Que no hay que andar dos pasos atrás para coger impulso. Que hay que sonreírle a los problemas. Que la vida es un perder o ganar que trata de tomar decisiones y arriesgarse. Que no te concede segundas oportunidades. Que de las caídas se aprenden. Que las cicatrices siempre serán las mismas y nunca desaparecen.

Así que, hoy he decidido jugar y estoy dispuesta a ganar, SIEMPRE.

Alexandra Cabello.
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